miércoles, 21 de octubre de 2015

El aeropuerto

Casi las seis de la mañana.

El reloj, que se alzaba visible desde casi cualquier rincón del recinto, continuaba su marcha atrás imparable. Sólo una hora para abandonar tantas y tantas cosas que se quedarían esperando su regreso. Los malos recuerdos, y los buenos, iban empacados junto con su secador de pelo, sus abrigos y su ropa interior de mil colores.