viernes, 20 de febrero de 2015

Raíces

Como cada mañana salió de su casa con la batalla medio perdida. Cada vez le costaba más enfrentar los miedos y angustias que le provocaban la rutina. 

De camino al coche miró hacia arriba, como solía hacer, en un gesto rutinario, mecánico y enfermizo. Siempre el mismo camino, siempre los mismos gestos, el mismo destino, el ritual de lo habitual...

Contempló el cielo azul, limpio y claro, pero ya ni siquiera eso lo alegraba.