jueves, 29 de mayo de 2014

La gran oportunidad

Aquella tarde perdió su gran oportunidad.

Simplemente la dejó pasar, y lo supo en el mismo instante en el que cruzó la puerta dejando su alma atrás, en aquella habitación de un maldito hotel.

Años y años, día tras día, imaginando como sería ese instante en el que le confesaría todo lo que ella le hacía ser. Años y años, hora tras hora deseándolo, y en el último momento no fue capaz.

Ella era todo lo que necesitaba. Era su luz y su tiniebla. Su paz y su locura, su deseo y su desgana, su amor y su odio, la codicia, la bondad. Su deseo de vivir, su muerte lejos de su olor. Ella era todo lo que sentía, todo lo que quería, ella era todo lo que necesitaba.

Tan lejos de sus casas y tan jóvenes, aquella tarde él se creía fuerte. Capaz de atar por fin su corazón para siempre. Capaz de hacerle comprender que no era nada si ella no estaba, que nunca sería nada si no lo rodeaba cada día con sus brazos, con el caos de su pelo, si no lo miraba con esos ojos que tenía frente a él. Y fueron esos ojos, precisamente ellos, el motivo de su gran cobardía.

Muchas tardes han pasado desde aquella. Muchas horas, muchos días y años, y aquellos ojos siguen apareciendo en sus noches recordándole de lo que no fue capaz, recordándole todo lo que no consiguió, eso que tanto y tanto anheló.

A veces una foto le desgarra el alma. Un encuentro, casi siempre inesperado y breve, lo desarma durante semanas. Hay días que se sorprende pensando en ella, en como era estar a su lado, tocar su mano, robarle una mirada.

Sabe que aquella tarde, en aquel maldito hotel de playa, solo con ella en la habitación, no supo como vencerse. Aquella tarde perdió su gran oportunidad, simplemente la dejó pasar.  Lo supo en aquel mismo instante.

jueves, 22 de mayo de 2014

Carta de amor prestada

Una carta me pides, de amor, para más señas. Pero no sé si capaz yo fuera de volcar sólo en letras lo que siento en éste que siempre late como si tu nunca estuvieras.

Ayer buscaba un motivo, una escusa, una quimera, que me llevara a volver a verte y a hablarte como aquella vez primera. Rebuscaba y buscaba, más sólo una acudía a mi mente... Porque no puedo estar sin tu mirada.

Tu mirada de penumbra, que me llena, que me aguarda, tras las horas en vela que nos separan y nos alejan. No se vivir sin ver tu cara, porque no sería vida o acaso viviría pero en desgracia y rebeldía.

La luz que en Mayo con fuerza calienta tus suaves mejillas es menos luz cuando mis ojos con tus ojos miras. Y no atino ni a respirar con leve fuerza si te acercas con sigilo y siento tus latidos como si fueran casi míos.

Abre la noche de tu cintura. Abre tu noche, que me desvela.

sábado, 17 de mayo de 2014

Sueño de una noche de verano

El sol, herido de muerte, abandona lentamente su reino por unas horas. Trás la gran duna que lo domina todo la luz va perdiendo fuerza, la batalla va siendo dominada por la tibia oscuridad, como siempre ha sido.

La arena, más naranja que nunca, se refresca tras la dura jornada dejándose besar, una y otra vez insaciable, por el agua de un mar que empieza a parecer mágico.

El brillo de las viejas estrellas, que acaban de aparecer en escena, produce un efecto místico en la cresta de las olas que ya se acercan voluntaria e irremediablemente a su fin.

Los últimos bañistas, entre los que me encuentro, se resisten a abandonar el mundo acuático. Poco a poco se van alejando, dejando su sitio a varios pescadores y a sus cañas. En un momento el silencio y la oscuridad me envuelven, y me hacen sentir como si estuviéramos solo en el mundo, el mar, las estrellas y yo. No existe nada más.

La noche se va apoderando de todo. Hay pocas experiencias que estén a la altura de darte un lento baño de noche en las aguas de un mar de una playa casi virgen. Ésta en la que me encuentro lo es.

Solo, en el agua, medito. ¿Es esta simpleza de todo lo que llaman felicidad? Me despojo de mí, ahueco mi mente, me abandono... Y en este momento es en el que empieza a fluir todo. Comienzo a sentir justo cuando ya no siento nada.

Y en medio de este panorama, en mi real duermevela, un hilo de conciencia me avisa. Ahora estoy seguro. Mi visión no es un sueño, es un recuerdo. Una noche de verano que se grabó en mi mente y que revivo, cada noche, en la soledad de mi alma, que desea volver a aquel misterioso y añorado lugar.

jueves, 15 de mayo de 2014

...Y regreso

90 minutos de partido, 30 minutos de prórroga, 8 penaltis... Y otra vez la Gloria.

A la vuelta las maletas vacías, toca llevar todo por fuera. Y otra pegatina para añadir a la bolsa de viaje. Y más Gloria para el camino.

Las gargantas rotas, las almas al rojo, los corazones unidos en la distancia. Es hora de recoger, de guardar la experiencia y volver a casa, que la familia y los amigos esperan.

Poco a poco se desandará el camino pero el aire, el mar y la tierra continuarán con el tono rojizo sembrado hace escasas horas. Europa vuelve a ser roja y blanca una vez más.

Los 1500 kilómetros volverán a reducirse a 0. Turín quedará atrás, en el recuerdo, por delante Sevilla, y la Gloria.

Volved, volved rápido corazones sevillistas. No os entretengais que aquí os esperamos ansiosos más corazones como vosotros. Aquí estamos, aquí esperamos para volver a vernos, en nuestro Estadio, en nuestra Ciudad, con nuestra Copa.

martes, 13 de mayo de 2014

Partida...

Poco a poco la ciudad comienza a empaquetar su espíritu.

Como gotas de sangre roja, hirviente, comienzan a fluir miles de almas, de corazones. Atrás quedará un estadio, atrás quedará una ciudad, atrás quedarán otras miles de almas.

Las maletas repletas de ilusión, de esperanza, de convencimiento. Por fuera bufandas, todas rojiblancas, banderas, y pegatinas de otros viajes recordados, de no hace mucho. Viajes que reforjaron el orgullo, el carisma y el sentimiento de lo que ahora somos, de lo que nunca dejamos de ser.

El cielo, el mar, la tierra..., todo se irá tiñendo en las próximas horas de un color rojizo. Blanquirrojeará la pasión, como dijo el maestro. Al final de cada camino un mismo objetivo, Turín, que espera con una Sábana Santa la llegada de otra, tambien santa y mariana, que sostiene a un escudo, ya redondo, ya acorazonado.

Las familias se reparten, los amigos se dividen. Unos pondrán voz en directo al empuje y corazón que los otros formarán desde casa. Una afición ocupando 1500 kilometros de punto a punto, de cada alma a cada alma, unidas, conectadas.

Porque Sevilla le dio su nombre y para defenderlo le dio esta afición. Y lo defenderemos. Nunca caminará solo. Mientras un solo sevillista se encuentre en un estadio todos estaremos con él, todos cantaremos en él, y todas nuestras voces se oirán, como una sola voz. Todos nuestros corazones latirán como un solo escudo.

Sevilla ya parte hacia Turín y Europa sabe que cuando Sevilla está en una final no es para jugarla sino para ganar.