jueves, 30 de octubre de 2008

Mi carro

No, jóvenes, este título no hace referencia a la mundialmente conocida canción de Manolo Escobar.

Como muchos sabéis, estoy en estado de buena esperanza, y esto está afectando a los quehaceres diarios de mi vida marital. Y es que, estoy entrando de bruces en el gigante, confuso y arrebatador mundo del bebé.

Con el alma errante y el bolsillo expectante encaminé, hace algunas semanas, mis fuerzas a la búsqueda de un carro para la criaturita que se está formando. No sabía yo donde me metía…

Tras una toma de contacto, normal en estos casos, empecé a ganar conocimientos sobre los carritos. Muchos detalles se deben tener en cuenta a la hora de su elección. Detalles que me eran brutalmente desconocidos hace sólo unos meses.

A las naturales características que se le deben exigir a un carrito, a saber, fácil cerrado, peso liviano, reducidas dimensiones, estabilidad y robustez, homologación…, hay que añadir otras, no tan patentes pero igualmente reveladoras. Así decisiones como carro urbano o carro 4x4, ruedas con o sin rodamientos engrasados con aceite, mango partido o continuo, número de ruedas delanteras (1, 2 ó 4), tamaño de la cesta inferior, peso máximo de homologación de sillas, sistema de frenado con o sin ABS, turbopropulsión lineal, refrigeración liquida de capota, etc, van llenando tu cabeza hasta dominar tus más íntimos miedos.

Como persona instruida, pensé basar parte de mi búsqueda en los consejos que me pudiera proporcionar un tío materno que siempre está para lo que necesite, mi tito google. Pues bien, a los dos días de estudio mande al tito a Parla. La cantidad de dudas que sembraba en mi mente eran superiores a las que despejaba.

Con el sudor frío en la mente y las ingles medio rotas de tanto buscar, conseguimos estrechar el cerco. Ya tenemos clara la marca de nuestro carro, será un bebecar. Así, y creyendo que ya lo tenía prácticamente todo hecho, descubrí con estupor que la búsqueda no había hecho más que comenzar. Aún nos queda por decidir modelo de chasis, modelo de piezas, color principal de chasis, color secundario de chasis, color principal de las piezas, color secundario de las piezas, tipo de sombrilla, tipo de burbuja de protección para la lluvia, color del saco de complemento para la silla…

Y esto sólo es el carro, aún no hemos empezado si quiera la búsqueda de cuna, bañera, cambiador, etc…, es más, aún no se si será sevillista o sevillisto… Por mi parte iré pintando el cuarto de blanco y rojo, es lo único que tengo claro en mi cabeza…

La Escocia Española

Como sabéis, este año he decidido nacionalizar el color de las pegatinas de mi bolsa de viaje. Tras 2 años de continuos viajes por la vieja Europa, este año me estoy dedicando a conocer mi querida España.

Esta vez, y como viaje estrella, he puesto mis pies en Cantabria y Asturias en Julio de 2008. Me he dado el gusto de conocer lo que, desde ya, he tenido a bien dar el nombre de “Escocia española”.

Iba con el espíritu abierto a un sin fin de sorpresas. Sin ningún tipo de idea preconcebida (como he descubierto que hay que disponerse ante un viaje a lo desconocido), pero esta tierra ha colmado mis expectativas y las ha superado.

Dar unas vueltas por Asturias y Cantabria es hacer un viaje a la naturaleza, a lo tradicional, a la España profunda. La indescriptible sensación de, simplemente, contemplar el cauce de un río a lo largo de su paso por un pueblo milenario, y poder acompañarlo, como hace siglos lo hacían los nativos, se clava en tu alma y ya, de seguro, no te abandona.

Es Cantabria, pese a su cercanía, muy diferente de Asturias. La primera, toda ella de piedra, desprende un olor a folclore y tradición indescriptible. Bellos y pequeños, pequeñísimos, pueblos que sorprenden al viajero por su sencillez y sobriedad. Lugares de ensueño, en los que, como en un cuento de místicas hadas, acaba la carretera, teniendo que seguir el camino a pie, mimetizándote con el paisaje. La segunda, toda ella mágica y ancestral, rebosa misterio y superstición. Es aquí donde “Xana” nos vigila, donde nos ofrece sus tesoros y su locura. Es aquí donde el “Papón” roba a los niños de noche. Es aquí donde los duendes, trasgos y demás seres de fantasía cobran vida y aparecen ante nuestros sorprendidos rostros. Y bañándolo todo, como si no fuera suficiente, un continuo sabor a sidra en el paladar tras cada sorbo de aire que se da.

No ha faltado en este viaje la aventura. El descenso del Sell@ (ay, la PCT me persigue), espectacular, indescriptible, irrepetible. La ruta en quad en Cangas…, no tengo palabras, una gran experiencia. La subida a los picos de Europa, ya desde la escarpada Fuente De o desde el camino que lleva a los lagos de Covadonga…, un paseo por las nubes…

Pero sin lugar a dudas, todo esto se quedaría, de seguro, en la mitad si no hubiera sido compartido por la compañía que he tenido. Por un lado mi mujer, ¿como no? Por otro lado dos grandes amigos, Javi y María José. La convivencia en estos casos construye lazos que espero sean irrompibles. Ese codo con codo ante un cubo de cocido montañés. Ese sufrimiento ante las montañas de garbanzos del cocido liebanés, inacabables montañas… O esos cruces de miradas al descubrir lo nunca visto…, un lugar en el que se podía degustar un menú de 8 platos por 15 euros…, y la salida airosa de los dos compañeros ante tan magno logro de acabarlo…(deberíais haber visto la cara de incredulidad de los camareros).

Todo ello, por si solo, hubiera hecho de este viaje algo inolvidable para el resto de la vida de este que os escribe; un almacén de buenos recuerdos al que acudir en momentos de necesidad. Pero lo mejor, como dice el presi, aún estaba por llegar. No se había acabado la aventura… Y es que, según he sabido días después de volver, además de todos esos recuerdos me he traído algo mucho más importante de este viaje, un trozo de mí que tendrá conciencia propia (mejor que la mía espero), me he traído un nuevo futuro, una nueva esperanza, una nueva vida…

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El retorno del caminante

Bueno, mucho ha acaecido en mi vida desde que dejé estos lares.

Muchas emociones, sensaciones y vivencias. La vida me ha tenido ocupado en otros menesteres, no he podido regar este jardín con la frecuencia que "mabiera gustado".

Pero eso se acabó.

El caminante ha vuelto, con un gran lote de historias en la mochila...